Nuestra salud es algo más que un “estado”, es algo que nos permite vivir la vida con plenitud y prosperar.
Si pensamos en la buena salud, estamos pensando en ser capaces de mover el cuerpo con vitalidad y energía y hacer todo lo que nos hace sentir bien: como podría ser reír con nuestra familia, notar la arena de la playa entre los dedos de los pies cuando damos un paseo… Tener salud física no solo quiere decir que no estás enfermo.
Y, por otra parte, la salud emocional es más que no estar nervioso o triste. Echamos de menos sentirnos felices, con control para prosperar en la vida y satisfechos. Si no tenemos salud emocional, no podemos realizar todo aquello que da sentido a nuestra vida.
Sentirnos bien es sentirnos en la mejor forma tanto física como mental.
LA SALUD EMOCIONAL AYUDA A ENRIQUECER LA VIDA
Ya que cada persona experimenta las emociones a su manera, la salud emocional es algo profundamente personal. La gran mayoría considera que consiste en encontrar un equilibrio emocional y paz interior. Cuando una persona es emocionalmente sana es consciente de sus sentimientos y no se deja gobernar por sus emociones. Está conectada con un fin superior y le ayuda a afrontar todos los vaivenes con resistencia y, sobre todo, optimismo.
Con salud emocional desarrollamos la inteligencia emocional y nos permite disfrutar de las relaciones sociales fructíferas con quien forma parte de nuestra vida. De forma que no solo tenemos calma interior, sino que estamos dando lo mejor de nosotros con los demás.
EL BIENESTAR Y SUS MOTORES
La psicología positiva dice que cada vez que experimentamos emociones positivas, como alegría, amor, esperanza y gratitud, añadimos un depósito en el banco de nuestra salud emocional. Este tipo de motores nos dan sensación de crecimiento personal y satisfacción, por lo que, al aprender a apreciar todos los pequeños momentos de emoción positiva, estamos reforzando nuestra sensación de bienestar.